Respuesta rápida: La mayoría de las vacunas deben conservarse entre 2 °C y 8 °C. Algunas, como la de Moderna, pueden estar fuera del refrigerador hasta 24 horas, pero otras se deterioran mucho antes. Superar ese rango puede reducir su eficacia o anularla por completo.
La conservación adecuada de las vacunas es esencial para garantizar su eficacia y proteger la salud pública. En España, el Ministerio de Sanidad establece normas muy estrictas para el almacenamiento y transporte de vacunas, tanto en hospitales como en centros de salud y farmacias.
Las vacunas son productos termosensibles que deben mantenerse en condiciones específicas de temperatura. Aun así, muchas personas siguen teniendo dudas sobre cómo deben conservarse correctamente:
- ¿Cuánto tiempo puede durar una vacuna en el refrigerador?
- ¿Qué pasa si se rompe la cadena de frío?
- ¿Es seguro guardarlas en casa?
Este artículo responde a todas esas preguntas con información clara, actualizada y adaptada a la normativa española, incluyendo recomendaciones prácticas para sanitarios, farmacéuticos y pacientes.
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¿Porque las vacunas tienen que estar refrigeradas?
Antes de hablar sobre cómo se conservan las vacunas, es importante entender qué son exactamente y por qué requieren condiciones de temperatura tan controladas.
Una vacuna es un preparado farmacéutico diseñado para estimular el sistema inmunológico frente a virus o bacterias. Cada vacuna está formulada específicamente para un agente patógeno o grupo de patógenos, y aunque la mayoría se administra por inyección, también existen formas orales o en aerosol nasal.
Son productos biológicos, no medicamentos convencionales
A diferencia de los medicamentos de síntesis química, las vacunas son sustancias biológicas. Están compuestas por organismos vivos atenuados o partes de ellos, como proteínas, antígenos o fragmentos del virus o la bacteria.
Esto las hace extremadamente sensibles a la temperatura, la luz y el tiempo. Igual que ocurre con otros productos biológicos como la insulina o la hormona de crecimiento, una exposición inadecuada puede deteriorarlas rápidamente y anular su efecto.
Otros componentes habituales en las vacunas incluyen:
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Conservantes
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Estabilizantes
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Tensioactivos
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Diluentes (como agua estéril)
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A veces, adyuvantes como sales de aluminio
¿Por qué se estropean tan fácilmente?
Las vacunas, al contener partes vivas o inactivadas de un organismo, pueden "echarse a perder" igual que un alimento fresco o un cultivo biológico.Si se exponen al calor, a la luz directa o incluso a temperaturas bajo cero no adecuadas, los antígenos pueden deteriorarse y perder su capacidad de generar una respuesta inmunitaria efectiva.
Por esta razón, en España todas las vacunas que forman parte del calendario vacunal (como la del tétanos, polio, hepatitis A y B, sarampión, meningitis, COVID-19, entre otras) deben conservarse en condiciones específicas de refrigeración, reguladas por el Ministerio de Sanidad.
¿Qué temperaturas deben mantenerse?
Las vacunas deben conservarse a una temperatura constante entre 2 °C y 8 °C. Este rango está validado por organismos como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y el Ministerio de Sanidad. Es el nivel ideal para mantener la estabilidad de la mayoría de los preparados biológicos.
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Temperatura refrigerada recomendada: entre 2 °C y 8 °C, sin oscilaciones bruscas. Es el estándar exigido en hospitales, farmacias y centros de salud en España.
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Temperatura ambiente: solo aceptable durante cortos periodos, como en el momento de preparación para la administración. No se recomienda superar los 25 °C, y siempre debe limitarse el tiempo fuera del refrigerador.
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Temperatura de congelación (casos especiales): algunas vacunas específicas, sobre todo las liofilizadas, se almacenan entre -15 °C y -50 °C. No debe congelarse una vacuna si no lo indica el fabricante.
La ubicación dentro del refrigerador influye directamente en la estabilidad de las vacunas. Lo recomendable es colocarlas en el centro del compartimento, dejando al menos 5 cm de separación con las paredes internas, para permitir una buena circulación del aire frío.
No deben colocarse en la puerta del frigorífico, ya que es la zona más expuesta a variaciones de temperatura cada vez que se abre. Del mismo modo, se debe evitar guardarlas en cajones cerrados o junto a alimentos, ya que estos pueden alterar las condiciones de conservación o provocar contaminación cruzada.
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¿Cuánto tiempo pueden estar sin refrigerar?
Cada vacuna tiene un nivel distinto de estabilidad térmica, y por eso es imprescindible consultar siempre la ficha técnica del producto. Aquí tienes algunos ejemplos de referencia según estudios y guías internacionales:
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Moderna (COVID-19): puede permanecer hasta 24 horas a temperatura ambiente (entre 15 °C y 25 °C).
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Pfizer-BioNTech (COVID-19): resiste hasta 12 horas fuera del frigorífico, en condiciones controladas.
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Vacuna inactivada contra la polio (IPV): es de las más estables; puede conservarse hasta 30 días a temperatura ambiente, si no se superan los 25 °C.
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Vacuna antirrábica: sorprendentemente resistente; puede tolerar hasta 60 °C durante un corto periodo sin perder completamente su eficacia.
Importante: Aunque algunas vacunas sean más estables que otras, no deben dejarse fuera de la nevera de forma sistemática. Cualquier desviación de temperatura debe ser registrada y evaluada.
¿Qué ocurre si una vacuna no se conserva correctamente?
Cuando una vacuna sale del rango de temperatura recomendado (entre 2 °C y 8 °C), aunque sea por poco tiempo, puede empezar a perder eficacia, incluso si a simple vista parece estar en buen estado.
Consecuencias posibles:
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Pérdida de potencia inmunológica: el cuerpo puede no generar defensa suficiente
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Necesidad de repetir la vacunación: lo cual genera retrasos y costes adicionales
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Falsa seguridad en el paciente: que puede creer estar protegido cuando no lo está
Según un estudio citado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunas vacunas pierden hasta un 5 % de eficacia por día si se exponen a 45 °C, y pueden quedar completamente inactivas en pocas horas a 60 °C.
Además de la temperatura, la forma de organizar las vacunas en el refrigerador también influye en su conservación. Según las guías del Ministerio de Sanidad:
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No deben colocarse en la puerta del frigorífico, ya que es la zona más inestable térmicamente.
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Deben mantenerse separadas de las paredes y lejos del ventilador para evitar puntos fríos extremos.
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Las vacunas abiertas deben ir claramente etiquetadas con la fecha de apertura.
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Coloca delante las dosis con fecha de caducidad más próxima y detrás las de larga duración, siguiendo el principio "primero en caducar, primero en usar".
Una buena organización evita pérdidas, garantiza la eficacia de cada dosis y reduce el riesgo de incidentes con la cadena de frío.
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¿Cómo guardar vacunas en casa o durante el transporte?
Aunque la conservación de vacunas suele gestionarse en entornos sanitarios, cada vez es más habitual que algunos pacientes o cuidadores necesiten almacenarlas temporalmente en casa, especialmente en el caso de medicamentos refrigerados dispensados en farmacias con receta médica.
Para garantizar que las vacunas mantienen su eficacia fuera del entorno clínico, es fundamental seguir estas recomendaciones:
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Utiliza un refrigerador portátil para vacunas o una bolsa isotérmica médica con acumuladores de frío clínico (evita los de uso alimentario, que no garantizan estabilidad térmica).
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Añade un termómetro digital o registrador de temperatura que permita una monitorización continua. Algunos modelos incluyen alarmas de desviación térmica.
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Guarda las vacunas en un compartimento independiente, alejadas de alimentos, nunca en la puerta ni junto al congelador, donde las temperaturas fluctúan más.
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Evita abrir el frigorífico innecesariamente, ya que cada apertura puede afectar la estabilidad térmica del interior.
Hoy en día existen también mini refrigeradores portátiles diseñados específicamente para medicamentos, ideales para personas que deben conservar en casa fármacos como insulina, hormonas de crecimiento o incluso vacunas. Funcionan conectados a la red eléctrica o al coche y permiten mantener el rango óptimo incluso durante desplazamientos.
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Almacenamiento profesional en centros de salud, hospitales y farmacias
En el ámbito profesional, las vacunas se almacenan exclusivamente en equipos especializados diseñados para cumplir con los estándares sanitarios más exigentes. Tanto en centros de salud como en farmacias autorizadas y hospitales, se utilizan refrigeradores médicos certificados que garantizan condiciones óptimas de conservación.
Estos dispositivos están preparados para:
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Mantener una temperatura constante entre 2 °C y 8 °C, incluso ante pequeñas variaciones ambientales
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Registrar automáticamente las temperaturas mediante sondas internas conectadas a sistemas de monitoreo
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Activar alarmas de seguridad en caso de desviaciones térmicas, fallos eléctricos o apertura prolongada de la puerta
Además, el transporte de vacunas desde los laboratorios hasta los puntos de vacunación se lleva a cabo en vehículos refrigerados certificados, cumpliendo la normativa europea de Buenas Prácticas de Distribución (GDP), que establece controles estrictos para preservar la cadena de frío en todo momento.
Riesgos para la salud si una vacuna no se conserva correctamente
Administrar una vacuna que ha perdido su potencia es casi como no vacunarse. Aunque el paciente reciba la dosis, la respuesta inmunitaria puede ser insuficiente o inexistente, lo que genera una falsa sensación de protección frente a enfermedades potencialmente graves.
Por ejemplo, una vacuna contra el tétanos que no se ha conservado adecuadamente puede no ofrecer protección real ante una herida infectada, dejando al sistema inmunológico sin defensa frente a una bacteria altamente peligrosa.
Este tipo de situaciones pueden derivar en infecciones evitables, necesidad de repetir la vacunación o incluso fallos graves en campañas de inmunización.
¿Qué hacer si una vacuna se calienta por accidente?
Si una vacuna ha estado más tiempo del permitido fuera del rango de temperatura recomendado, lo más prudente es descartarla. En ningún caso debe administrarse sin una valoración técnica.
Ante cualquier duda, consulta con un profesional sanitario o farmacéutico que pueda verificar si aún se puede usar según las especificaciones del fabricante y los protocolos de conservación vigentes.
📌 Puntos clave:
- ✅ Las vacunas deben conservarse entre 2 °C y 8 °C para mantener su eficacia. El almacenamiento de vacunas en el refrigerador es clave para evitar su deterioro.
- ⏳ El tiempo fuera del refrigerador varía según la vacuna: algunas como Moderna duran 24 h, otras apenas unas horas.
- ⚠️ Romper la cadena de frío puede anular su efecto, aunque la vacuna parezca intacta.
- 🏠 Cómo guardar vacunas en casa: refrigerador portátil, termómetro digital y nunca en la puerta.
- 🏥 Centros de salud y farmacias usan refrigeradores especializados, siguiendo la normativa del Ministerio de Sanidad y la GDP europea.
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Publicado originalmente: 02 de junio de 2025